20 de julio de 2023 | IDE | Por Marian Scheifler | Versión para imprimir
El World Investment Report (WIR) 2023 de la UNCTAD, recientemente publicado, dibuja el panorama global de la Inversión Extranjera Directa (IED) del pasado año, con mención a las perspectivas respecto al comportamiento de los flujos inversores en el presente ejercicio.
El informe dedica además un capítulo a las políticas nacionales de inversión, así otros dos dedicados fundamentalmente a las políticas relacionadas con la inversión en energías renovables, los mercados de capital y la financiación sostenible.
Si en 2021 se produjo un rebote de la IED mundial (64%) después de su desplome en 2020, con cifras por debajo del billón de dólares, en 2022 los flujos de inversión globales volvieron a registrar una disminución de un 12%, hasta los $1,3 billones.
La desaceleración en 2022 se debió en buena medida al escenario de guerra en Ucrania, los altos precios de la energía y alimentos, así como a las presiones de la deuda. El mercado de fusiones y adquisiciones transfronterizas (M&A) y la financiación de proyectos internacionales (project finance) se vieron especialmente afectados por la subida de tipos de interés y la incertidumbre en los mercados de capitales. Los flujos globales de inversión están en línea con otras variables macroeconómicas globales, que muestran tendencias de crecimiento débiles o negativas.
Entre los componentes de la IED, los beneficios no distribuidos de las filiales, que computan como reinversiones, se mantuvieron elevados durante 2022. Este hecho muestra los altos niveles de beneficios de las grandes EMN inversoras en todos los sectores, en particular en las industrias extractivas.
Los beneficios en el exterior de las 100 mayores EMNs se incrementaron en 2022 más del 10%, mientras el valor de los activos en esos países disminuyó ligeramente. Esta tendencia, hacia una mayor rapidez en el crecimiento de los beneficios que en los activos y empleo en el exterior, parece consolidarse en los últimos años. Si en los precedentes se debía a la ligereza de los activos de las empresas digitales, en 2022 se debió a los altos precios de la energía, que impulsaron los ingresos de las EMN de oil & gas, comercio de productos básicos y utilities.
El descenso de 2022 en los flujos de IED estuvo impulsado por las transacciones financieras de las empresas multinacionales (EMN) en las economías desarrolladas, en las que la IED se redujo un 37%, hasta los $378.000 millones. Sin embargo, el número de proyectos greenfield y financiación de proyectos anunciados aumentó un 5%.
Entre los sectores destacados en los proyectos greenfield en 2022 se encuentran algunas industrias intensivas en cadenas globales de valor (CGV) como la electrónica, la maquinaria y el automóvil, que fueron duramente golpeadas durante la pandemia. El sector energético mostró cifras estables de inversión, al tiempo que se produjo una ralentización en los sectores de economía digital. Aun así, tres de los cinco mayores proyectos anunciados fueron en semiconductores.
Estados Unidos siguió siendo el mayor receptor mundial de IED en 2022, a pesar del descenso (-27%) tras el rebote registrado en 2021. Los flujos de IED hacia la Unión Europea (UE) registraron flujos negativos, motivados por una enorme desinversión anotada en Luxemburgo. Sin este país de tránsito, los flujos en la UE superan los $197.000 millones, incrementando los registros de 2021 en un 29%.
La IED en los países en desarrollo aumentó un 4%, hasta los $916.000 millones. Así, las economías en desarrollo absorbieron el pasado año el 70% de los flujos globales de inversión, un récord de participación, liderada por los crecimientos de la IED en unos pocos países, como Brasil o Singapur.
En este contexto, España registró en 2022 $34.811 M de inversión, un 58,5% superior al año precedente, y el segundo registro más alto en la última década, colocándose como tercer receptor de flujos en Europa y duodécimo del mundo.
Las perspectivas para la IED mundial en 2023 siguen siendo débiles, aunque esta tendencia parece haberse atenuado respecto a lo que se esperaba a principios de año, según la UNCTAD. Las tendencias geopolíticas son aún desafiantes, y aunque algunas turbulencias recientes en el sector financiero parecen controladas, han añadido incertidumbre al entorno inversor.
En este contexto, y con los datos del primer trimestre del año que corroboran la tendencia, el organismo de Naciones Unidas prevé continuar la presión a la baja sobre la IED mundial en 2023, sobre todo en M&A y financiación internacional de proyectos. Las tendencias de inversión en nuevos proyectos pueden ser el contrapeso positivo si se consolidan los indicios de este primer trimestre.
La existencia de altos beneficios en las grandes EMN pueden apuntar en esa dirección, esperando nuevas oportunidades de inversión y condiciones de menor riesgo para culminar operaciones de M&A pendientes.
La reconfiguración de los flujos internacionales de inversión en marcha puede dibujar más claramente su mapa en los próximos años.
El WIR 2023 dedica buena parte del informe al ámbito regulatorio que está condicionando la reconfiguración de las inversiones transfronterizas globales, las políticas de contexto y la sostenibilidad en el contexto inversor.
La actividad global en relación con las políticas de inversión creció en 2022, y el 72 % de las medidas adoptadas fueron de carácter facilitador, mientras 28% de ellas fueron de índole restrictiva.
En paralelo, la tendencia a la autorización previa de los proyectos de inversión por criterios estratégicos o de seguridad nacional, mayoritariamente por parte de países desarrollados, creció durante el pasado año.
El número de economías con mecanismos de screening aumentó hasta 37. Estos países, entre los que se encuentra España, representan el 68% del stock de IED global. Según la UNCTAD, el número de operaciones M&A que se retiraron o frustraron por la existencia de estos mecanismos regulatorios de control, aumentó un 33%. en 2022.
Por otro lado, la revisión de las necesidades de IED global en los sectores relevantes para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en torno a la Agenda 2030 muestra una brecha que ha aumentado desde la adopción de éstos en 2014, cuando se estimaba en $2,5 billones, a los $4 billones anuales en la actualidad. Las brechas mayores se encuentran en energía, agua e infraestructura de transporte, y afectan fundamentalmente a las economías en desarrollo.
Todos los países, de distinto nivel de desarrollo, adoptan medidas para la promoción de inversión en energías renovables, -normalmente fiscales en los menos desarrollados, y financieras en los desarrollados- pero, aun así, las ayudas y subsidios a las energías fósiles en el mundo ascienden a 1 billón de dólares, ocho veces más que el valor de las ayudas a las renovables.
Las EMN energéticas del top 100 están desinvirtiendo en activos de combustibles fósiles a un ritmo de $ 15.000 millones anuales, activos que, por otro lado, están siendo adquiridos por inversores más pequeños y fondos no cotizados con menores estándares de control.
Este aspecto es de gran importancia, ya que define y definirá la agenda del organismo multilateral de Naciones Unidas, que pone su mirada en el mercado de las finanzas sostenibles. En este marco, el informe propone una guía de principios (Global Action Compact for Investment in Sustainable Energy) para la consecución de los objetivos de transición energética.
Marian Scheifler
Socia directora, SIfdi